¿Te estás planteando una relación abierta o sientes curiosidad por este tipo de vínculo? Este modelo de relación no monógama está ganando visibilidad y despierta tanto interés como preguntas.
En este artículo te explicamos qué es exactamente una relación abierta, cuáles son sus beneficios, los retos más comunes y algunos consejos clave si estás pensando en dar el paso.
¿Qué es una relación abierta?
Una relación abierta es una relación consensuada donde ambas personas acuerdan que pueden tener vínculos sexuales o románticos con otras personas. A diferencia de la infidelidad, aquí la clave es la honestidad, la comunicación y el consentimiento mutuo.
Las relaciones abiertas no son todas iguales: algunas se centran solo en encuentros sexuales fuera de la pareja principal, otras permiten relaciones románticas paralelas y otras combinan ambas opciones. Lo importante es que haya un acuerdo claro que respete las necesidades de ambos.
Ventajas de las relaciones abiertas
Aunque no es para todo el mundo, una relación abierta puede ofrecer beneficios reales cuando se gestiona bien:
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Exploración personal y sexual: Permite vivir nuevas experiencias sin romper el vínculo principal.
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Reducción de presión y expectativas: La monogamia a veces conlleva cargas que una relación abierta puede aliviar.
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Comunicación más profunda: Para que funcione, exige hablar con honestidad sobre emociones, deseos y límites.
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Mayor autonomía: Cada miembro de la pareja puede crecer a su ritmo, sin sentir que renuncia a su individualidad.
Algunas investigaciones incluso señalan que quienes practican la no monogamia consensuada pueden tener niveles más altos de satisfacción sexual y emocional.
Desafíos de las relaciones abiertas
No todo es sencillo. Este tipo de relación también presenta dificultades que conviene tener en cuenta:
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Celos e inseguridades: Aunque sean naturales, hay que aprender a gestionarlos.
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Riesgos de salud sexual: Es fundamental mantener prácticas seguras con cualquier pareja.
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Carga emocional: El equilibrio emocional puede resentirse si no hay una comunicación clara.
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Requiere mucho diálogo: No basta con estar de acuerdo al principio; hay que revisar el pacto con frecuencia.
Muchas relaciones abiertas fracasan no por el modelo en sí, sino por la falta de acuerdos claros o porque una de las partes no se siente realmente cómoda.
Consejos para que una relación abierta funcione
Si estás valorando abrir tu relación o ya lo habéis hecho, aquí tienes algunas claves para que funcione de forma sana:
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Estableced reglas claras desde el principio: ¿Qué está permitido y qué no? ¿Hay personas con las que no se puede tener relaciones? ¿Se pueden repetir encuentros?
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Habláis de lo que sentís, no solo de lo que hacéis: El diálogo emocional es más importante que el operativo.
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Revisad el acuerdo con regularidad: Las personas cambian, y los límites también.
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Cuidáis la relación principal: Que haya otras conexiones no significa descuidar la base.
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No forcéis nada: Ambos debéis querer este tipo de vínculo. Si uno no está convencido, es mejor esperar o buscar otra forma de crecimiento en pareja.
En resumen
Las relaciones abiertas no son una moda, ni una solución mágica, ni una excusa para no comprometerse. Son una opción válida —y a veces muy enriquecedora— cuando ambas personas la eligen libremente y con honestidad.
Pueden fortalecer la relación, abrir nuevas posibilidades y reducir tensiones típicas de la monogamia. Pero requieren esfuerzo, autoconocimiento y mucha comunicación para funcionar de verdad.